domingo, 19 de mayo de 2024

CÓMO VENCER LA DESCONFIANZA

 


Laura Hills en “The problem employee. How to manage the employees nobody wants to manage”, que estamos comentando, plantea que la confianza es necesaria para que los profesionales puedan hacer su trabajo bien, sin distracciones.

La confianza es un acto tanto lógico como emocional. Emocionalmente se produce cuando exponemos nuestra vulnerabilidad a los demás, porque creemos que no se van a aprovechar de nuestra actitud abierta. Lógicamente ocurre cuando valoramos las probabilidades de ganancias o pérdidas, calculamos resultados esperados basados en los datos que recogemos y predecimos que la organización o la persona seguramente se va a comportar de una manera determinada. Idealmente tanto nuestra emoción como nuestra lógica estarán comprometidas antes de que demos nuestra confianza. Pero, con frecuencia, existe un desequilibrio. Por ejemplo, podemos tener pocos datos sobre si una persona es de confianza y mostrarnos reacios a confiar en ella (lógica) o podemos sentir unas emociones fuertes positivas sobre ella por lo que no hacemos caso a nuestra lógica y confiamos en esa persona. Esta es la forma en que las personas caen víctimas de fraudes o engaños, al apoyarse exclusivamente en sus emociones, olvidando la lógica. Por otro lado la lógica nos puede decir que confiemos en alguien, mientras una voz interior nos dice que no lo hagamos y al confiar podemos equivocarnos como ocurre por ejemplo cuando las organizaciones contratan a candidatos que sobre el papel parecen buenos pero luego no son buenos empleados.

Cuando solo están en juego la lógica o la emoción en nuestra decisión de confiar es más fácil cometer errores de juicio. No debemos conceder nuestra confianza si nos faltan datos que la apoyen o si nuestras emociones nos dicen que no lo hagamos.

La confianza es una palabra que se interpreta mal con frecuencia, ya que las personas suelen querer decir cosas distintas cuando la utilizan. La autora sugiere diez verdades sobre la confianza. Éstas son:

1.- La confianza es un proceso ya que siempre estamos desarrollando confianza y ésta puede ser fortalecida, debilitada o perdida en cualquier momento.

2.- La confianza tiene que ver con las personas no con las cosas. Podemos utilizar la palabra confiar en relación con cosas como por ejemplo cuando decimos que confiamos en un coche, pero en realidad lo que estamos haciendo es confundir confianza con fiabilidad. La verdadera confianza requiere relaciones interpersonales y compromisos.

3.- Debemos dar confianza para recibirla. Las personas no suelen confiar en aquellos que no confían en ellos.

4.- Siempre existe un riesgo cuando concedemos nuestra confianza. Al confiar en alguien nos estamos exponiendo a la posibilidad de sentirnos desilusionados o dolidos. Pero es un riesgo que normalmente merece la pena correr.

5.- La confianza es generativa. Crea más confianza. Cuantas más señales de confianza recibamos, más se incrementa nuestra confianza.

6.- Ser experto en algo no equivale a que seamos confiables. Solo porque sepamos cómo hacer bien algo no implica que los demás deban o quieran confiar en nosotros. Tenemos que demostrar, además, que somos personas en las que se puede confiar.

7.- La confianza puede ser enseñada y aprendida. Podemos aprender tanto cómo ser más confiados, como cómo transmitir confianza a los demás.

8.- Compartir sentimientos de forma adecuada puede incrementar la confianza. Es difícil que generemos confianza si nos relacionamos con los demás de forma impersonal. Al compartir nuestros sentimientos de forma correcta los demás pueden sentir que les entendemos y estaremos demostrando que somos sinceros , genuinos y de confianza.

9.-  Omitir información puede ser considerado como una traición. Cuando omitimos información importante los demás pueden pensar que lo hacemos de forma intencional y preguntarse qué más cosas estaremos ocultando. Debemos ser cuidadosos, las omisiones nos pueden hacer parecer personas en las que no se puede confiar.

10.- La lealtad se asimila a la confianza. Las personas quieren saber que vamos a estar de su lado y a protegerlas. La confianza es como una roca sólida cuando una persona sabe que tiene nuestra lealtad.

Grandes traiciones en las organizaciones son raras. Aunque es posible que un directivo cuente una mentira descarada a un empleado o que un empleado pueda hacer de forma intencionada una promesa falsa estos comportamientos no son frecuentes. Lo que suele ocurrir son las traiciones menores, inintencionadas, que aunque son menos catastróficas pueden terminar erosionando la confianza. Por ejemplo, los cotilleos y rumores y señalar injustamente a alguien, debilitan la confianza, como el hecho de aceptar el crédito por el trabajo realizado por otra persona, no admitir un error o compartir información confidencial sobre un compañero.

Amy Lyman ha estudiado la confianza en las organizaciones durante más de 20 años y ha encontrado que existen tres factores que surgen siempre que habla del tema en sus entrevistas con profesionales. Éstos son:

a).- Credibilidad.

b).- Respeto.

c).- Justicia y ecuanimidad.

En organizaciones con un nivel alto de confianza los empleados se consideran entre sí y fundamentalmente a sus líderes como personas en las que pueden creer, lo que implica que lo que dicen es verdad y tienen confianza en que las acciones de éstos sean consistentes con sus palabras.

Estas organizaciones se aseguran, también  que sus empleados sean tratados con respeto, preocupándose por su crecimiento y desarrollo y teniendo en cuenta sus ideas en los procesos de toma de decisiones. También los empleados sienten que son tratados justamente independientemente de su posición en la organización.

Las organizaciones que cuentan con una cultura con alto nivel de confianza se caracterizan, asimismo, por una buena colaboración  entre los distintos departamentos y jerarquías y buscan soluciones justas ante los retos complicados.

Desde el punto de vista de los empleados la confianza no se puede dar por supuesta, ya que los líderes deben ganar su confianza a través de sus acciones y sus interacciones con ellos. La confianza se puede promover a través de las conversaciones, pero los profesionales van a confiar más en lo que vean y experimenten. La confianza se rompe por las acciones por lo que para repararla se van a necesitar acciones. Pedir disculpas es una buena forma de comenzar cuando un empleado desconfía de nosotros, pero no son suficientes. Se necesita algo más, incluyendo el paso del tiempo. Los empleados que sienten que han sido traicionados por un compañero o jefe, justificadamente o no, necesitan ver un patrón de comportamiento mantenido antes de volver a confiar.  Hills recomienda seguir los siguientes pasos para recuperar una brecha en la confianza:

1.- Observar y reconocer lo que ha pasado. La confianza rota supone una pérdida de lo que era o había podido ser. Hay que observar cuál es la respuesta del empleado ante esa pérdida. Reconocer lo que experimentan y su dolor, escuchar lo que es importante para ellos y demostrar que lo que sienten y sus opiniones importan.

2.- Permitir que los  sentimientos afloren. Facilitar al empleado un foro no amenazador en el que pueda expresar sus sentimientos y comenzar a trabajarlos. Facilitar un grupo y ofrecer reuniones individuales puede ayudar a crear foros seguros para los empleados.

3.- Obtener y dar apoyo. Ayudar a los empleados a pasar de culpar y sentirse traicionados y víctimas a resolver los problemas.

4.- Reformular la experiencia. Ayudar a los empleados a contemplar la situación desde una perspectiva más amplia que incluya las razones detrás de una serie de decisiones, fallos en la comunicación, malentendidos y circunstancias fuera del control de la organización para que los que se han sentido traicionados puedan apreciar de una manera más completa lo que les ha pasado y las razones de ello.

5.- Asumir la responsabilidad que tengamos que asumir. Compartir con los empleados las lecciones que hemos aprendido y las acciones que realizaremos en el futuro par  mejorar la situación y para prevenir que vuelva a pasar. Responsabilizarnos y ayudar a los demás a responsabilizarse, también, si es necesario.

6.- Perdonar cuando podamos. Perdonar no significa excusar. Significa reconocer el impacto de la confianza rota y estar de acuerdo en seguir adelante, aprendiendo de lo ocurrido. Si no sabemos lo que hacer para ayudar a los empleados a superar la pérdida de confianza debemos preguntarles qué se puede hacer para lograr el perdón y hacernos la misma pregunta si somos nosotros los que tenemos dificultades para perdonar.

7.- Dejar ir y seguir adelante. Existe una diferencia entre recordar y atascarnos en el recuerdo. Nuestros empleados probablemente no van a olvidar pero pueden elegir mirar hacia delante y no quedarse atascados en el pasado. Animarles a hacerlo cuando sea posible con un sentimiento de responsabilidad compartida.

La autora propone utilizar esta ENCUESTA PARA VALORAR EL ESTADO DE LA CONFIANZA EN LA ORGANIZACIÓN. Consta de dos partes:

I.- PARTE 1: PEDIR A LOS EMPLEADOS QUE CONTESTEN ESTAS PREGUNTAS:

A).- Relativas a sus líderes

1.- ¿Te sientes seguro con tus jefes?

2.- ¿Piensas que comunican de forma abierta?

3.- ¿Confías en ellos?

4.- ¿Crees que se preocupan y fomentan tu desarrollo profesional?

5.- ¿Crees que tus necesidades e ideas se consideran en el proceso de la toma de decisiones?

6.- ¿Crees que te tratan justamente y respetuosamente?

7.- ¿Te sientes seguro comunicándoles tus ideas y opiniones?

8.- ¿Consideras que tienen credibilidad?

9.- ¿Crees que sus acciones son consistentes con sus palabras?

10.- ¿Crees que en tu organización se fomenta la toma de riesgos?

B).- Relativas a sus compañeros

11.- ¿Te sientes seguro y confías en tus compañeros?

12.- ¿Tus compañeros te tratan con justicia y respeto?

13.- ¿Consideras que tus compañeros tienen credibilidad?

14.- ¿Consideras que las acciones de tus compañeros son consistentes con sus palabras?

15.- ¿Crees que tus compañeros guardan la confidencialidad?

16.- ¿Tus compañeros reconocen tus méritos cuando es adecuado y te dan crédito por tus acciones?

17.- ¿Tus compañeros reconocen sus errores y aceptan sus culpas?

C).- Relativas a la organización

18.- ¿Te sientes seguro en tu entorno de trabajo?

19.- ¿Sientes que tu trabajo es seguro?

20.- ¿Piensas que las decisiones que se toman en tu organización son éticas?

21.- ¿Ha cumplido la organización las promesas que te hicieron cuando te contrataron?

II.- PARTE II: CONTESTAR ESTAS PREGUNTAS SOBRE TI MISMO

Considerar nuestra relación con nuestros profesionales y valorar lo “confiables” que somos respondiendo a las siguientes preguntas utilizando la siguiente escala:

a).- Siempre

b).- Usualmente

c).- Algunas veces

d).- Rara vez

e).- Nunca

1.- Comunico de forma honesta

2.- Mis acciones son consistentes con mis palabras

3.- Ayudo al desarrollo profesional de mis empleados y compañeros

4.- Trato a mis compañeros y empleados de forma justa

5.- Respondo a tiempo

6.- Comparto la información que debe ser compartida

7.- Respeto las opiniones de mis profesionales y compañeros

8.- Acepto mi responsabilidad cuando cometo errores

9.- Guardo las confidencias que me hacen y nos las comento con otras personas

10.- Hago promesas solo cuando sé que puedo cumplirlas

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

miércoles, 15 de mayo de 2024

10 FORMAS DE OFRECER LA AUTONOMÍA EN LA GESTIÓN DEL TIEMPO QUE LOS PROFESIONALES ANHELAN

 


Julie Winkle Giuloni en SmartBrief on Leadership del pasado 9 de mayo plantea que en los últimos años una gran parte de la fuerza laboral a nivel mundial ha empezado a explorar una relación distinta con  su trabajo: una que apoya unas prioridades personales más amplias. Aunque sus motivaciones puedan diferir los profesionales en todos los espectros de edades desean un mayor control sobre las horas de sus días. Por ejemplo la generación Z busca flexibilidad para alcanzar el estilo de vida que quieren, mientras la generación X y los empleados más mayores desean conseguir un mayor equilibrio vida personal –laboral, ahorrar tiempo en traslados y poder abordar mejor el cuidado de los hijos.

Al reconocer esta tendencia muchas organizaciones están buscando dar respuesta a esta necesidad encontrando formas de ofrecer la autonomía en el tiempo que los empleados desean con lo que están obteniendo una mayor facilidad a la hora de contratar, junto a un incremento de la felicidad y productividad en el trabajo, así como de la lealtad y compromiso.

Evidentemente todo lo anterior entra en contradicción con las ordenes de vuelta al trabajo y reducción o eliminación del teletrabajo que muchos empleados interpretan como un juego de poder y un voto de falta de confianza hacia ellos.

La autora propone 10 enfoques que demuestran una preocupación por las necesidades de tiempo de los profesionales y les facilitan algún tipo de autonomía con su tiempo. Éstos son:

1.- Cierta flexibilidad en el horario, buscando alternativas, siempre que sea posible,  como la entrada en diferentes momentos y acoplar su horario laboral a ésta, poder ,si es necesario ausentarse en algún momento recuperar el tiempo trabajando hasta más tarde o durante el fin de semana, etc. Permitir estas elecciones sencillas transmite a los empleados la  mayor sensación de control que buscan.

2.- Gestión basada en resultados. Al final del día el éxito depende más de los resultados obtenidos que del tiempo invertido, por lo que en algunas organizaciones  los líderes pueden pasar de vigilar el reloj a vigilar los resultados. Cuando las expectativas están claras, los empleados tienen libertad para utilizar su tiempo como lo consideren, siempre que realicen un trabajo de calidad.

3.- Posibilidad de fijar sus propios tiempos de finalización y tiempos límite de tareas, dependiendo de la naturaleza del trabajo a realizar,  ya que permite a los profesionales equilibrar su tiempo y ciclos de energía de manera que les ofrezca una mayor sensación de control.

4.- Días sin reuniones. Designar un día a la semana o mes libre de reuniones no solo permite que las personas se centren en su trabajo sin interrupciones, también,  es una forma de ofrecer la experiencia de autonomía sin un cambio en las horas de trabajo.

5.- Horas libres de correos.

6.- Comunicación asincrona. La comunicación en tiempo real presiona a las personas para que den respuestas inmediatas, reduciendo su sensación de autonomía para gestionar su tiempo. Aunque en algunos caso la comunicación es urgente y va a requerir una respuesta inmediata en muchos caso no lo es, por lo que establecer sistemas asíncronos reconoce esta realidad y  permite que los empleados utilicen su tiempo como crean conveniente.

7.- Acumulación de tiempo trabajado. Si somos capaces de registrar el tiempo extra que realizan los equipos se puede devolver a su discreción.

8.- Utilización de herramientas tecnológicas y de inteligencia artificial, ofreciendo a los profesionales la posibilidad de emplear herramientas que les permiten realizar su trabajo con mayor rapidez liberando tiempo para otras actividades.

9.- Posibilidad de compartir el trabajo cuando por ejemplo un empleado excelente no puede trabajar a tiempo completo por tener otros compromisos. Se puede encontrar otro profesional, con un puesto similar, y reunirlos, haciendo un seguimiento de su responsabilidad y productividad individual.

10.- Trabajos de voluntariado. Aunque no liberan tiempo cambian la dinámica asociada al mismo al permitir que los empleados se comprometan con distintas actividades que tienen un propósito enriquecedor.

 

domingo, 12 de mayo de 2024

CLAVES PARA REDUCIR LA ANSIEDAD

 


HBR Press ha publicado recientemente en su serie sobre Inteligencia Emocional: “Managing your anxiety. Emotional Intelligence." El libro está compuesto por diversos capítulos en los que distintos autores nos ayudan a distinguir entre ansiedad y estrés y a abordar estas situaciones en el mundo laboral. Los dos primeros los hemos visto en la entrada anterior. En los siguientes Alice Boyes y Amanda Imbernos dan claves para ayudarnos a gestionar distintos aspectos de la ansiedad:

I.- EFECTOS DE LA ANSIEDAD EN NUESTRO ENTORNO LABORAL

Podemos aprender a reconocer cuando estamos contemplando las situaciones a través de la ansiedad y ajustar nuestro pensamiento para que no nos limite. Algunas de las formas en que ésta nos puede causar problemas en el trabajo y sugerencias para minimizar sus efectos son las siguientes:

a).- Malinterpretación de la visión que los demás tienen sobre nosotros

Las personas ansiosas tienden a preocuparse porque piensan que no gustan a  los demás o que éstos piensan que no tienen talento. Por ejemplo si un compañero no nos saluda de la manera tan amable que utiliza para saludar a otros y parece que siempre tiene prisa en nuestras interacciones con él, asumimos que no gustamos a esa persona. Pero, en realidad, pueden existir otras posibilidades como el que sean más amables con las personas a las que conocen mejor. Al sentir un cierto rechazo tendemos a evitar a ese compañero, por lo que éste se puede sentir rechazado y llegar a la conclusión de que no nos gusta.

Por tanto, debemos procurar reconocer cuando estamos interpretando una relación interpersonal sin tener evidencias sólidas y comprender que aunque un compañero no sea nuestro amigo podemos mantener unas relaciones profesionales buenas y productivas.

b).- Actitud defensiva ante el feedback

Las personas ansiosas suelen estar motivadas por la búsqueda del éxito, por lo que desean recibir feedbak que les ayude a mejorar. Pero también suelen adoptar una actitud catastrofista si éste no es todo lo bueno que esperan y lo interpretan como que están destinadas al fracaso. Por eso es importante saber cómo queremos recibir feedback, negativo por ejemplo como si fuese un sándwich entre dos comentarios positivos. También es útil saber cómo no nos gusta para encontrar formas para estar más cómodos en estos escenarios.

c).- Percepción de los demás como persona difícil al procurar evitar determinadas situaciones

Tendemos a evitar aquellas cosas que nos producen ansiedad y luego nos avergonzamos por hacerlo, lo que nos lleva a ser poco claros a la hora de comunicarnos. Este problema puede manifestarse de muchas maneras desde pequeñas a importantes. Por ejemplo podemos sentirnos incómodos a la hora de responder a un correo por lo que tendemos a procrastinar lo que puede transmitir la idea de que somos poco de fiar, desorganizados o confusos. En muchos casos es mejor ser honesto y explicar las causas de nuestras vacilaciones y aunque no siempre nos comprendan la transparencia reduce el estrés de todos, incrementa la confianza y con frecuencia se percibe como algo auténtico y valiente.

d).- Reacción negativa ante las ideas nuevas e inesperadas

Si nuestro primer pensamiento al encontrarnos ante nuevas ideas es el de considerar los riesgos, inconvenientes y razones por las que éstas no van a funcionar las demás personas pueden percibirlo como una actitud negativa indeseada. Aunque solo sea nuestra reacción inicial puede ser contemplada como desmoralizante y molesta para aquellos que pueden creer que son formas de seguir hacia delante.

Para evitar causar esa impresión la autora recomienda entrenarse para ofrecer feedback tipo sándwich, asegurándonos de que la primera respuesta ante una nueva idea consista en identificar lo que tiene de bueno. Al hacerlo estaremos ayudando a nuestra mente a mejorar en un pensamiento más equilibrado que beneficiará a todos. Podemos después mencionar nuestras preocupaciones sobre la idea , para terminar con algún comentario positivo. Otra estrategia se centra en retrasar la respuesta una horas para que cuando lo hagamos ésta esté bien reflexionada.

La ansiedad puede motivar a las personas de muchas formas, como por ejemplo el miedo al rechazo puede hacer que nos esforcemos más y valoremos mejor las relaciones y nos hace mostrarnos sensibles, cautos y cuidadosos, lo cual  puede incrementar nuestro desempeño en las tareas complicadas. Cuanto mejor entendamos cómo funciona nuestra ansiedad mejor podremos maximizar su efectos positivos y minimizar los negativos con lo que seremos capaces de aceptarnos mejor y de gestionar los retos que surjan en el trabajo.

II.- CÓMO DEJAR DE PREGUNTARNOS QUÉ ES LO PEOR QUE PUEDE PASAR

Normalmente cuando hablamos con alguien sobre una situación que tememos o que nos preocupa mucho la respuesta de la otra persona suele ser que reflexionemos sobre lo peor que nos puede pasar. Michelle Poler , fundadora de Hello Fears, considera que el problema de esta pregunta es que su propósito es que imaginemos los escenarios peores, por lo que propone que: “Si realmente queremos enfrentarnos a un miedo y hacerlo con una buena actitud lo mejor es que nos preguntemos qué es lo mejor que puede pasar. En lugar de centrarnos en lo peor”. Cuando pensamos en lo peor que puede pasar nuestra mente se llena de pensamientos negativos y de imágenes que encienden nuestros miedos, preocupaciones o ansiedades, pero si pensamos en los mejores  escenarios ocurre lo contrario y como dice Poler: “Recordamos las razones por las que pensábamos que asumir riesgos era una buena idea”.

Investigaciones publicadas en Journal of Positive Psychology apoyan esta idea. Kathryn Adair Boulus que lideró las investigaciones ha encontrado que cuando las personas piensan sobre un hecho positivo que esperan ocurra en su futuro ( solo seis veces en un mes)  informaban que tenían sentimientos más resilientes y menos depresivos que las que no lo hacían.

Por tanto, cuanto más seguridad sintamos ante la incertidumbre, más felices nos sentiremos en el presente y más preparados estaremos antes los contratiempos a los que inevitablemente nos enfrentaremos en el futuro. La siguiente vez en la que nos sintamos nerviosos ante un evento o tarea que tengamos que realizar nos podemos preguntar qué es lo mejor que puede pasar y dedicar unos minutos a escribir nuestra respuesta y luego  unos minutos a internalizar realmente todas las posibilidades positivas. Revisar la lista nos puede ayudar a reunir el coraje necesario para actuar y enfrentarnos a nuestro miedo.

III.- CÓMO DEJAR DE RUMIAR

Si continuamente estamos reproduciendo mentalmente situaciones en las que nos hubiese gustado actuar de manera diferente estamos dedicando demasiado tiempo a rumiar. Mientras nos preocupamos sobre lo que puede ocurrir en el futuro rumiamos sobre los hechos que ya han sucedido. Una reacción de este tipo ante un hecho con frecuencia desencadena memorias de situaciones similares en el pasado y que nos centremos de forma poco productiva en la distancia entre nuestro yo ideal y el real. Provocados por este hecho comenzamos a reprendernos a nosotros mismos por no ser ,por ejemplo más organizados, inteligentes, disciplinados o carismáticos.

Rumiar no solo es desagradable, sino que está fuertemente ligada a ansiedad, depresión y mala resolución de problemas. Para vencer este fenómeno Boyes recomienda:

1.- Identificar los desencadenantes más comunes

Podemos hacerlo pensando en lo que ha desencadenado este efecto en el pasado que puede haber sido , por ejemplo,: colaborar con personas en las que no confiamos todavía, tener a nuestro alrededor personas que nos parece que son más inteligentes o ambiciosas, tomar decisiones económicas importantes  o dar un paso adelante en nuestra carrera.

Debemos pensar en si el patrón dominante consiste en culparnos a nosotros o culpar a los demás.

2.- Mantener una distancia psicológica

Una vez identificados los desencadenantes debemos intentar distanciarnos psicológicamente de ellos. Una forma de conseguirlo es etiquetar lo que está ocurriendo en nuestra mente como pensamientos y sentimientos. Por lo que en vez de decir: “soy incompetente”, podemos decir: “me estoy sintiendo algo incompetente” o “ ¡oh¡ esta es mi mente rumiante en acción otra vez” .

Reconocer lo absurdo de algunas de nuestras reacciones nos puede ayudar, también, a tomarlas menos en serio ya que, por ejemplo, no podemos pensar que los demás nos están escudriñando constantemente cuando en realidad estarán pensando sobre sí mismos y sus problemas o no podemos perder el tiempo comparándonos con superestrellas de los negocios o celebridades. Tenemos que ser conscientes de que el mundo no gira alrededor nuestro. Si podemos debemos intentar ver la ironía de mostrarnos a la  vez narcisistas e inseguros en lugar de considerarlo como una crítica a nuestro carácter.

3.- Distinguir entre rumiar y solucionar problemas

Generalmente cuanto más nos dedicamos a rumiar menos eficaces somos a la hora de resolver problemas. Para pasar a una actitud más positiva podemos preguntarnos cuál es la mejor opción en el momento actual dada la realidad de la situación. Esta estrategia es particularmente relevante en el caso de los perfeccionistas. Si rumiamos acerca de un error que hemos cometido debemos adoptar una estrategia que nos permita disminuir las posibilidades de que vuelva a ocurrir.

4.- Entrenar a la mente para evitar rumiar

Tan pronto como percibamos que estamos comenzando a rumiar, intentar distraernos durante unos minutos, realizando alguna actividad que sea breve, pero mentalmente absorbente y no muy complicada. Tiene que ser una actividad que requiera concentración..

La actividad física como correr o caminar puede calmar, también, a  una  mente propensa a rumiar. La meditación y el yoga pueden ser especialmente útiles para protegernos  de pensamiento que tienden a adherirse  y para aprender a no dejarnos envolver por ellos. Estas prácticas nos ayudan a identificar cuando nuestra mente se ha ido hacia el pasado o futuro  y nos ayudan a retornar a lo que está pasando en el presente.

5.- Revisar nuestro pensamiento para detectar errores

En ocasiones los desencadenantes son los errores cognitivos. La solución consiste en desarrollar una buena comprensión de los errores del pensamiento en el tiempo, en momentos de calma, para que seamos capaces de reconocerlos en tiempos más turbulentos.  

Entre los errores cognitivos tenemos establecer unas expectativas muy elevadas sobre nosotros mismos, malinterpretar las expectativas de los demás sobre nosotros, subestimar el grado en que otras personas inteligentes tienen dificultades con aquello que nos está preocupando y hacer una montaña de un grano de arena. Si estamos dando vueltas al  comportamiento de alguien en relación con nosotros  y atribuyendo una causa a esa conducta, al menos debemos considerar la idea de que nuestra explicación puede ser incorrecta y de que nunca conseguiremos saber la verdad. Reconocer que con frecuencia no vamos a entender las razones de los comportamientos de los demás es una habilidad muy importante para dejar de rumiar.  

 

 

 

 

miércoles, 8 de mayo de 2024

FEEDBACK DEFECTUOSO: EL PROBLEMA DE LAS EVALUACIONES DE DESEMPEÑO



Helge Krapper, Henning Piezunca y Linus Dahlander en INSEAD Knowledge del pasado 3 de mayo plantean que a la hora de abordar las evaluaciones de desempeño los directivos han tenido las riendas tradicionalmente valorando las contribuciones de los profesionales basándose en sus observaciones y percepciones. Pero este enfoque puede ser equivocado ya que los directivos pueden tener prejuicios o carecer de una visión completa de los esfuerzos de cada miembro del equipo.

Para evitar estas limitaciones algunas compañías han adoptado evaluaciones entre compañeros, donde éstos facilitan feedback sobre cada uno de ellos. Esta práctica se ha convertido en popular en organizaciones planas como Spotify e ING Bank, pero está ganando adeptos también en organizaciones tradicionalmente jerárquicas.

Aunque las evaluaciones entre compañeros pueden ofrecer una perspectiva más amplia y holística del desempeño individual, ponen también a los individuos en una situación en la que pueden evaluar a sus compañeros y son evaluados por ellos. Cuando son transparentes los individuos pueden utilizarlas de forma estratégica para presentar determinada imagen de sí mismos o para moldear la manera en la que los otros les perciben.

Conscientes del potencial de transparencia de estas evaluaciones los profesionales tienden a ajustar la forma en la que evalúan. No pueden dar valoraciones magníficas a todos ya que deben mostrarse como evaluadores críticos con altos estándares. Pero, al mismo tiempo, deben ser cuidadosos para no ofender a nadie, ya que estos puede conducir a represalias.

Las investigaciones recientes sobre este tipo de evaluaciones realizadas por los autores revelan que los individuos que van a ser evaluados por otros seleccionan cuidadosamente a los compañeros a los que valoran. Las personas estamos menos dispuestas a evaluar a los demás cunado su feedback puede ofender a alguien o cuando sus valoraciones tienen peso y pueden impactar de forma significativa en la evaluación total del compañero. Por el contrario tendemos a evaluar negativamente a los compañeros cuando el resultado ya es obvio.

Loa autores estudiaron este comportamiento en Wikipedia donde un proceso de evaluación transparente entre pares determina qué miembros se convierten en administradores con mayor autoridad para restringir la edición de páginas, bloquear usuarios o eliminar páginas. Los miembros valoran a los candidatos basándose en numerosos factores, incluyendo contribuciones y evaluaciones antiguas. Su investigación abarcó 3434 procesos de evaluación desde 2003 a 2014, incluyendo más de 187800 evaluaciones de 10660 miembros. Los autores se centraron en tres aspectos: si el miembro iba a ser evaluado, el impacto que la evaluación podía tener en las oportunidades del candidato y la participación de éste en otras evaluaciones. También entrevistaron a 24 miembros activos de la comunidad.

Los hallazgos revelaron que los individuos que se iban a enfrentar a sus evaluaciones tendían a participar más en las evaluaciones a compañeros. Pero que no estaban tan dispuestos a evaluar a alguien cuando su feedback podría ofenderles o tener mucho peso en la evaluación total del compañero.

En general, las entrevistas confirmaron que los miembros se mostraban cautos ante las evaluaciones clave por la importancia de mantener niveles altos de imparcialidad, equilibrio, justicia y objetividad. Pero, esto no implicaba que los miembros evitasen ofrecer evaluaciones negativas, ya que se centraban especialmente en evaluar a los miembros inactivos.

Los investigadores encontraron que los candidatos que actuaban de forma estratégica ( haciendo más evaluaciones, evitando evaluar negativamente a candidatos activos o participar en evaluaciones clave), incrementaban significativamente sus posibilidades de convertirse en administradores. Estos resultados sugieren que los individuos pueden equilibrar el  feedback que ofrecen de forma que moldeen su imagen e incrementen sus oportunidades de éxito.

Mientras ejemplos como el de Wikipedia con su enfoque de transparencia total puede influir en la conducta a la hora de evaluar, otras formas de transparencia pueden tener efectos similares, ya que hasta en evaluaciones doble-ciego en las que la identidad de los evaluadores se mantiene oculta los individuos pueden ajustar sus valoraciones de forma estratégica, conscientes de que sus evaluaciones pasadas pueden ser conocidas por otros cuando son evaluados. Asimismo, aunque el feedback no se haga público existe un grado de transparencia en las evaluaciones entre pares. Las redes informales dentro de las organizaciones facilitan la difusión de información, rumores y cotilleos, dificultando el poder mantener el total anonimato.

La transparencia puede tener también consecuencias positivas ya que puede incrementar el compromiso y permitir que los compañeros se monitoricen unos a otros, detectando comportamientos potencialmente deshonestos. Más aún si los profesionales perciben que una evaluación es injusta pueden abordar directamente a l evaluador para discutir los resultados.

Aunque la transparencia pueda conducir a comportamientos estratégicos y a potenciales manipulaciones, también puede promover la responsabilidad y la equidad dentro de las organizaciones. El implementar o no evaluaciones entre pares transparentes va a depender, al final, del contexto específico y de las metas de la organización.

Las organizaciones deben reconocer que estas evaluaciones no son solo mecanismos para ofrecer feedback honesto, ya que son también plataformas para que lso individuos se posicionen y ejerzan su influencia. Al reconocer este aspecto estratégico las organizaciones pueden implementar dispositivos de seguridad para mitigar prejuicios, fomentar feedback constructivo y promover una cultura de responsabilidad.

 



domingo, 5 de mayo de 2024

CONSEJOS PARA LOS DESMOTIVADOS

 


Robin Abrahams y Boris Groysberg en la edición de mayo – junio de Harvard Business Review plantean que en algún momento de nuestra carrera profesional llega un momento en el que la motivación y el interés se esfuman. Las tareas habituales se vuelven tediosas y resulta difícil reunir energía para nuevos proyectos. Aunque realizamos lo que tenemos que hacer para continuar siendo buenos profesionales o directivos, no estamos realmente presentes. Nos convertimos en fantasmas o zombies: “los muertos vivientes”.

William Kahn de la Universidad de Boston diagnosticó este problema como de “distanciamiento o retiro” en la década de los noventa del siglo pasado y tres décadas más tarde sigue rampante. Según la encuesta Gallup más reciente solo el 23% de los trabajadores en el mundo se sienten comprometidos con su trabajo. Un 59% no están comprometidos por lo que se esfuerzan lo menos posible y se sienten psicológicamente desconectados de su empleador, mientras un 18% están abiertamente descomprometidos, llegando a actuar deliberadamente contra los intereses de sus organizaciones.

Una encuesta reciente de la Asociación Americana de Psicología encontró que el 31% de los trabajadores encuestados se sentían exhaustos emocionalmente, el 26% no se sentían motivados para hacer las cosas lo mejor que podían, el 25% sentían ganas de no involucrarse y el 19% sentir irritabilidad, e incluso ira contra sus compañeros y clientes.

El desinterés y la falta de compromiso no solo se pueden considerar como experiencias desagradables, sino que pueden conducir a comportamientos autodestructivos como el cinismo, el retiro o abandono social y la indefensión aprendida, loe cuales impiden que las personas realicen cambios positivos en sus vidas.  

La mayor parte de los consejos dirigidos a abordar este problema se centran en los directivos y líderes organizacionales que tienen el poder de influir en los factores que promueven el compromiso, pero, también, es posible, que las personas a nivel individual, actúen para mantener su motivación o para recobrarla tras un periodo de profunda falta de compromiso, hasta en los casos de los trabajos más aburridos y tediosos.

Los autores, tras sintetizar diversas investigaciones sobre motivación en entornos laborales y de experimentar con varias estrategias, han desarrollado un proceso de cuatro pasos para recuperar la energía, al que llaman DEAR ( detachment, empathy, action and reframing) para interrumpir el ciclo de adormecimiento y parálisis y restaurar nuestras capacidades para abordar estos retos.

I.- INDIFERENCIA O DESAPEGO

Es importante dedicar tiempo a dar un paso hacia atrás para analizar de forma objetiva nuestra situación y los sentimientos que nos despierta. Cuando las personas se sienten infelices , en el trabajo o en general, tienden a interpretar los hechos y la información de forma negativa. Las cosas malas parece que son peores de lo que son, creen que van a durar siempre y que van a seguir pasándoles cosas malas independientemente de lo que hagan.

Es necesario tomar distancia y perspectiva para realizar elecciones inteligentes, para no estar reaccionando en modo lucha o huida. Uno de los mayores errores que se pueden cometer en el trabajo es dejar un trabajo y coger uno nuevo solo para escapar del anterior. Las prácticas siguientes pueden servirnos para liberarnos de las distorsiones cognitivas que están nublando nuestra toma de decisiones:

1.- Reflexionar y después separarnos

Al final del día debemos revisar lo que fue bien y tuvo importancia para nosotros. Esta práctica se ha visto que es útil para mejorar el estado de ánimo y el compromiso de las personas. Posteriormente desconectar mentalmente del trabajo, por ejemplo con un ritual físico como ordenar nuestra mesa, guardar el ordenador en un armario o fichar en el correo corporativo. Luego debemos intentar no pensar en el trabajo durante el resto del día para darnos tiempo para restaurar nuestra energía mental. Diversas investigaciones muestran que hacer esto incrementa el bienestar y reduce el agotamiento, mejorando nuestra resiliencia el día siguiente.

2.- Meditar

Estudios realizados por Herbert Benson demostraron que realizar durante 10 a 20 minutos una sencilla meditación dos veces al día produce una respuesta de relajación en el organismo que mejora tanto la salud física como mental y reduce la respuesta de lucha-huida. No necesitamos seguir técnicas complicadas; solo reservar tiempo para concentrarnos en una imagen o en una frase determinada mientras estamos sentados quietos o moviéndonos de forma rítmica. Cuando pensamientos que intenten distraernos traten de entrometerse debemos responder fortaleciendo nuestro foco.

3.- Mover nuestro cuerpo

Numerosas investigaciones muestran que el ejercicio, aunque sea una sola sesión, reduce el estrés y mejora el estado de ánimo y la función cognitiva. El movimiento físico recarga nuestra energía psicológica, lo que nos ayudará para volver a comprometernos con el trabajo. Solo un breve paseo por la oficina, mejor si puede ser en el exterior, puede marcar la diferencia. Algunas actividades pueden tener propósitos múltiples: prácticas como yoga o  tai-chi, pueden combinarse con meditación y actividades al aire libre o deportes pueden ser oportunidades para socializar.

3.- Pensar en tercera persona

Por extraño que pueda parecer cuando las personas se refieren a sí mismas de esta forma obtienen resultados beneficiosos. Estudios muestran que cuando las personas utilizan sus nombres, títulos o un pronombre de tercera persona en lugar de “yo” o “mi” en sus monólogos internos, son capaces de controlar mejor sus pensamientos, sentimientos y comportamientos ante una situación de estrés. Esta técnica ayuda a engañar al cerebro para que contemple nuestros problemas como si fuesen los de otras personas, lo que genera menos ansiedad que si son  los propios.

Ayudar a los demás es una de las mejores formas de sentirnos empoderados y hacer que el trabajo tenga más sentido, también se ha visto que reduce el burnout más que el recibir ayuda.

II.- EMPATÍA

Cuando nos sentimos desmotivados en el trabajo podemos culparnos por nuestra falta de interés y ambición. Pero mostrar compasión con nosotros mismos es crucial para volver a comprometernos. También es importante resistir el impulso de alejarnos de nuestro jefe y compañeros. Todos tenemos necesidades psicológicas, de interacción social, satisfacción intelectual y sentimientos de logro, entre otros y una  de las formas más fáciles de satisfacer estas necesidades consiste en ayudar a que los demás satisfagan las suyas.

Para desarrollar empatía los autores recomiendan:

1.- Practicar el autocuidado

Tenemos que recordar que nuestros pensamientos, sentimientos y valores importan y que no somos un recurso humano intercambiable útil para alcanzar las metas de la organización, por lo que debemos reconocerlos y mostrarnos  amables con nosotros mismos.

2.- Tratar a las personas como personas

Independientemente de cómo nos sintamos, siempre podemos mejorar nuestras interacciones con los compañeros y clientes si miramos a los ojos, observamos las sutilezas sociales  y apreciamos la contribución de cada persona. Una señal de la falta de compromiso es la despersonalización y para combatirla debemos empezar por reconocer la humanidad de los demás.

3.- Hacer preguntas

La empatía requiere sentir curiosidad por los demás, lo que implica observar su comportamiento, escuchar lo que dicen, hacer preguntas y prestar atención a sus respuestas. Debemos intentar entender las distintas formas de pensar y conocimientos de los que nos rodean, ya sean nuestros clientes, jefes y compañeros de nuestro departamento y de otros. Buscar, deliberadamente, nuevas perspectivas incrementa el compromiso intelectual, ayuda a crear relaciones en el trabajo y puede conducir a nuevas formas de cambiar o rediseñar un trabajo ingrato.

4.- Buscar amigos

Tenemos que intentar encontrar personas que nos gusten en el trabajo. Uno de los 12 elementos que Gallup ha descubierto que contribuyen al compromiso en el trabajo es: “tener un mejor amigo en el trabajo”. Por tanto, debemos buscar personas que conecten personalmente con nosotros y tenemos que procurar construir una amistad real con ellas. La idea es que de esta forma el entorno laboral será más divertido e interesante aunque el trabajo en si pueda resultarnos frustrante.

5.- Ayudar a los demás

Esta es una de las mejores maneras de sentirnos empoderados y de hacer que nuestro trabajo tenga más significado. Podemos hacerlo como parte de nuestro trabajo o de forma más “extracurricular” como, por ejemplo, organizando la nevera de la oficina, explicar el funcionamiento del correo al nuevo compañero o haciendo labores de mentor con un colega con menos experiencia.

III.- ACCIÓN

Diversas investigaciones muestran que los trabajadores que no se sienten comprometidos con frecuencia buscan vías de escape a través del alcohol o las drogas, dedican muchos tiempo a navegar por internet o a atender sus asuntos personales en el trabajo y pueden llegar a comportarse de forma poco profesional. Pero, esta energía improductiva puede canalizarse de manera más positiva. Entre las formas de hacerlo tenemos:

1.- Abordar las pequeñas tareas

Estudios muestran que cuando hacemos progresos hasta  en tareas que podemos considerar como  triviales o menores nuestro estado de ánimo mejora, así como nuestras posibilidades de que seamos capaces de abordar tareas más importantes. Teresa Amabile llama a este fenómeno: “el poder de los pequeños triunfos”, que son, finalmente, movilizadores clave del compromiso. Por lo que aunque la mejor práctica sea enfrentarnos primero al trabajo más importante, aquellos a los que les falte motivación pueden comenzar por tareas más sencillas que tengan en su lista.

2.- Dedicar tiempo a actividades ajenas al trabajo

Múltiples estudios muestran que realizar  actividades ajenas al trabajo que consideremos gratificantes consiguen que las personas se sientan menos distraídas y  tengan más energía para abordar trabajos poco satisfactorios. El compromiso y la falta de éste tienden a transferirse de un entorno a otro. Hobbies, trabajos de voluntariado, etc, nos pueden ofrecer un sentimiento de empoderamiento y reconexión que se transfiere, también, ,a nuestro trabajo. Si nuestro trabajo no nos resulta satisfactorio encontrar externamente aquellas actividades que si son gratificantes va a hacer que éste sea más tolerable.

3.- Rediseñar nuestro trabajo

Muchos trabajadores cuentan con cierta libertad para redefinir sus trabajos para adaptarlos a sus fortalezas y pasiones. Puede ser aditivo (luchar por responsabilidades más interesantes o mejores recursos) o consistir en intentar sustraer intentando minimizar la carga de trabajo o el impacto emocional y cognitivo de nuestro trabajo. Debemos hacerlo de forma estratégica ya que estrechar nuestro foco hacia tareas críticas relacionadas con la misión puede ser necesario para mantener nuestro desempeño en un rango aceptable pero puede bloquear el tipo de curiosidad y de construcción de relaciones que son necesarios para nuestro bienestar.

4.- Gamificar

Hasta las tareas con menos sentido pueden ser extrañamente motivadoras si las convertimos en un puzle o competición. Por tanto podemos intentar juegos mentales para despertar nuestro instinto competitivo o ponernos límites en el tiempo o concedernos estrellas de oro si alcanzamos nuestras metas. Estos juegos no tienen que referirse exclusivamente a recompensar la productividad, puede ser, por ejemplo,  algo como Buzzword Bingo que nos mantenga despiertos durante una reunión aburrida.

5.- Pretender que somos otros

Investigaciones muestran que solo imaginar que somos otra persona puede mejorar nuestro desempeño, al menos en un corto plazo. Preguntarnos cómo un mentor favorito o un personaje de ficción gestionaría una situación puede interrumpir ciclos mentales negativos, así como reconectarnos con nuestra faceta más juguetona e imaginativa.

6.- Vestirnos para el papel

Estudios indican que la forma en la que vestimos nos puede ayudar para entrar en el personaje que tenemos que desempeñar en el trabajo. La ropa especial para el trabajo puede hacer que nos sintamos más profesionales y seguros y ayuda a transmitir esta confianza a los demás.

IV.- REFORMULAR

Podemos reformular nuestros pensamientos sobre el trabajo de esta manera:

1.- Examinar nuestra identidad en el trabajo

Muchas personas tienen roles informales en el trabajo, por ejemplo: maestro, visionario, persona lógica. Tenemos que identificar cuáles son y con cuáles nos sentimos auténticos y cómodos para luego tratar de ponerle un nombre que describa nuestro rol especial o estilo de trabajo. Esto nos va a servir para ayudarnos a reconocer los elementos más significativos y gratificantes de nuestro trabajo.

2.- Ampliar nuestra visión

Tenemos que concentrarnos en el propósito más elevado de nuestro trabajo, como se recoge en el relato de un hombre poniendo ladrillos y otro ayudando a construir catedrales. Múltiples estudios han mostrado que las personas podemos tener un mejor desempeño y durante más tiempo aunque las tareas sean aburridas o desagradables si conocen cómo esas tareas están conectadas a una meta más importante. En lugar de centrarnos en el cómo y el qué del proceso de una tarea debemos centrarnos en el porqué: la razón para hacerla.

3.- Considerar cómo otros se benefician de nuestro trabajo

Esta es una de las formas más eficaces de reformular nuestro trabajo. Podemos ayudar a los demás inherentemente al hacer nuestro trabajo o al ser la persona que aporta el dinero en nuestra familia, por ejemplo. Gran cantidad de investigaciones han mostrado que este objetivo puede ayudar a motivar a las personas cuando tienen que realizar tareas desagradables.